Los abajo firmantes manifestamos nuestra preocupación por la violencia y corrupción creciente en nuestro país derivadas del Narcotráfico, actividad que permea a todos los estratos sociales –Incluidas las altas esferas políticas- generando inmensas ganancias para unos cuantos y una alarmante situación de inseguridad para el resto de la población.
La llamada “guerra antidrogas” representa una millonaria erogación presupuestaria que sin embargo, no se ha reflejado en la disminución del problema en si, en cambio, ha propiciado continuas bajas en las distintas corporaciones policiacas y muerte de muchos inocentes. Además es fácilmente constatable que a las cárceles llegan muy pocos de los “peces gordos” del negocio; otros son socios menores y en la mayor parte de los casos se trata de campesinos engañados o forzados a involucrarse en esta actividad por necesidad.
También advertimos que el uso de las drogas no es una actividad que en si misma provoque la delincuencia de que tan a la ligera se le atribuye, dejando del lado el contexto social y cultural en que esto ocurre. Consideramos que su consumo es una elección que corresponde a la libre determinación de los individuos.
Mas allá de las particularidades de cada estimulante (conveniente establecer la diferencia entre drogas duras y blandas) y del individuo que las consume, existen sólidos argumentos legales, médicos y culturales que hacen ver la pertinencia de su despenalización e, incluso, de su legalización.
Por lo anterior, exhortamos a todos los actores de la vida nacional, a las autoridades, partidos políticos y otras organizaciones sociales, así como a las cámaras legislativas para debatir, sin falsos moralismos y con seriedad, sobre la despenalización de la marihuana (de las drogas prohibidas, la que mas se produce y consume en México), como un primer paso para desmantelar las redes del Narcotráfico y en un futuro legalizar, con las particularidades de cada caso, el consumo de otras drogas, muchas de ellas menos perjudiciales que el alcohol y el tabaco.